Caminaba 200 metros, ida y vuelta, un poco más de lo acostumbrado. Cobijado
por las sombras, el regalo perfecto que le dejaba cada noche. Se sentó sobre la
acera e introdujo su mano izquierda en su chaqueta de cuero; negra, resistente
como el mismo acero.
Extrajo un lienzo de papel arroz y un envoltorio pequeño que contenía marihuana.
Con gran habilidad forjó el pitillo mientras sus ojos observaban en todas
direcciones, no por clandestinidad, sino para atisbar la cercanía de su
víctima…, pero nada.
Mientras su mano derecha conducía el cigarrillo hacia su boca, su mano siniestra
tallaba la cerilla sobre la suela de una de sus botas. Fumó, aspirando el humo
una, otra y otra vez hasta que se lo terminó. —Son las 2 de la mañana, de
seguro ya no tarda. Según lo que me dijeron debe venir bien forrado de
billetes, le voy a clavar el fierro, después le quito el portafolio y, ¡a
gozar!— se dijo a sí mismo mientras recorría la zona.
Sus manos temblaban, sabía que necesitaba de algo más fuerte. En el interior
de su chaqueta se encontraba el subterfugio perfecto para aminorar su nerviosismo
extremo.
Una pequeña bolsa de plástico que se deslizó entre sus dedos, al abrirla
le introdujo un popotillo. Aspiró profundo, hasta lograr que el polvo entrara
por su fosa nasal, después se relamió los dedos.
3 de la mañana, el esperado no llega, decide regresar al punto de
partida, en ese callejón que le sirve como madriguera, pero antes de llegar a
la esquina se detiene, algo atípico lo espera. «¡Joder, lo que me faltaba!».
Era un auto de la policía, también había una ambulancia.
—¡Hijo, mi hijo!— gritaba una mujer, desesperada por la tragedia
ocurrida a ese joven que yacía en el suelo.
—Disculpen, pero necesito hacerles unas preguntas —pronunció en voz alta
un oficial de policía. El hombre que acompañaba a la mujer se acercó secándose
los ojos —Oficial, él es... es decir, él era mi hijo...
Después de formular las preguntas el oficial se dirigió hasta la
patrulla para emitir su reporte por la radio… —Afirmativo pareja, afirmativo;
masculino, 17 años de edad, dos perforaciones en el cráneo por arma de fuego,
portaba una chaqueta negra, de cuero…
Roberto Soria - Iñaki
Roberto Soria - Iñaki
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