jueves, 17 de marzo de 2016

Nueve días con el abuelo

Anuncié mi presencia en recepción: < Necesitamos el consentimiento de don Julián para dejarlo ingresar > Refirieron.

Después de unos minutos me fue autorizado el acceso con una frase para mí perturbadora < Adelante, el escuchar su nombre le ha llenado de alegría, hace tiempo que no lo visitaban > Fui conducido a su aposento, apenas pude reconocerlo, delgado, portando unas gafas cuyos cristales eran tan gruesos como la caja del reloj que ostentaba en mi siniestra. Él, en un intento por enfocarme entrecerraba los ojos mientras los músculos de su cara se contraían, extendió su mano al tiempo que vitoreaba con su voz un tanto débil.

< Saúl, qué sorpresa tan agradable, acércate, mis ojos con dificultad distinguen, déjame tocarte ¡Por Dios, ya eres todo un hombre! >

Charlamos de tantas cosas, la nostalgia terminó por invadirlo.

¿Viejo?, qué o quiénes determinan la llegada de esa etapa privilegiada, ciclo para muchos obsoleto, ven, mira en mi interior, descubrirás muchas cosas, que no te confundan los surcos en mi piel ni lo blanco de mi escasa cabellera. Es cierto, mis reflejos ya no son felinos, mi mirada está opaca y mi cuerpo se mueve con dificultad por falta de elasticidad, por si fuera poco mi dentadura incompleta ya no puede masticar, me lastimo las encías al momento de tragar, difícil para mí estar postrado en esta cama, cuando las fuerzas lo permiten me siento en la vieja silla, cubro mis piernas con una frazada de lana para que los huesos no protesten por el clima, así me paso la horas en espera de que alguien me alimente, no sólo del cuerpo, también del alma.

Ya no soy el gran madero productor de maravillas, soy un roble apolillado invadido de termitas, esta habitación se ha convertido en mi espacio, límite que me aísla por completo de lo que pasa allá afuera, y no por gusto, rodeado de tanto polvo que maquilla mis recuerdos, contando las horas que me restan para terminar el viaje, con las manos vacías, cansado, sin equipaje, no hay invierno más crudo que el que produce la soledad, el mejor verano es cuando se está rodeado por los seres queridos.

El mirarte me recuerda cuando tuve tu edad, hubo un tiempo en el que la bóveda celeste me pareció pequeña para encontrarle un sitio a mi persona, mis ojos eran como un par de reflectores poderosos que traspasaban la negrura de la noche como lo hace el cuchillo en mantequilla, no había miedo, y los poros de mi piel se abrían y cerraban para permitir el flujo de las sustancias que irradiaban fuego para complacer al ego. Mi piel en ese entonces era firme, tersa, con una dosis de humedad que le gritaba en silencio a mis instintos ¡Vengan, vamos, después de todo al parecer el mundo es nuestro! Amalgamé fortunas a mi paso, espirituales, materiales, y unas cuantas que enmarqué como triviales, tardé mucho en distinguir la hierba mala, en el proceso pisotee muchas flores que adornaban mi ropaje, era joven, inexperto, ¡vaya traje! recorriendo a grandes pasos mi destino, dibujando mi futuro sin fracasos, ¡vaya trazos!, borré mucho, recibí consejos pero no los comprendía, me reía. Sorteaba las vicisitudes con gran facilidad, me consideraba inteligente, audaz, capaz de enfrentar lo que fuera con tal de conquistar mis propios retos, no había imposibles.

Estas últimas semanas las he ocupado en recapitular mi vida, quisiera plasmarla pero ya no puedo, mis manos no responden, las reumas me impiden llevar a cabo tal faena, deja me recuesto un rato, mi cuerpo está pidiendo tregua, es bueno que me visites, valió la pena la espera.



Es hermoso mirar a través de los ojos de don Julián y recorrer parte de una cultura plagada de desarrollo, evolución que transforma los vínculos familiares y en general los de una sociedad que se encuentra cosechando los frutos de la revolución, la narrativa renuncia a los paisajes coloridos para dar paso a una época cromática.

Sin duda una historia extraída del túnel del tiempo para sentenciar usos y costumbres sustituidos por la tecnología. Los límites viven en la mente y, es la mente misma la que decide qué valor otorgar a los lazos consanguíneos.

Nueve días de anécdotas, de revelaciones no imaginadas, de raíces expuestas que gritan demandando el reconocimiento que se merecen. < Hoy que soy viejo me desdeñas, sin mirar que gracias a mí gozas de existencia > Hasta dónde debe llegar el vínculo de vida, en qué parte del camino debemos despedirnos de quienes nos acompañaron hasta volvernos auto suficientes, descubre la particular forma de actuar de Saúl, sin imaginar el desenlace de una visita ordinaria no planeada.


Roberto Soria – Iñaki






Lectura recomendada

martes, 15 de marzo de 2016

Vox populi

En entrevista reciente fui cuestionado sobre dos temas flamantes en voz del pueblo, no sólo a nivel nacional, también internacional. El primero sobre Donald Trump, ese personaje controvertido que con su sola presencia causa polémica, que atrapa y enardece a muchos con sus peculiares comentarios homofóbicos y racistas.

El segundo fue sobre el encuentro ventilado entre Kate del Castillo, Sean Penn y Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo. Me di el lujo de solicitar a mi interlocutora una pausa para respirar profundo, acto concedido de buena gana; después de unos instantes repetí la interrogante < ¿Qué opino de? >, respondí diciendo que nada.

Mi entrevistadora insistió, le dije que no podía emitir opinión alguna sobre temas que me parecían cortinas de humo, distractores confeccionados por gente poderosa, expertos en hacer circo, maroma y teatro mientras se fraguan eventos impactantes que laceran más a una sociedad ya lastimada. Pero mi querida amiga Waller no se conformó, me acorraló con preguntas ordinarias que de haberlas contestado caerían en el terreno de la especulación.

Para confortar su decepción le hice una propuesta, la de encontrar coincidencias entre ambos sucesos, el resultado arrojó paradigmas por demás interesantes, decidimos no publicarlos todos, tampoco asignarles un orden específico.

Después de fusionar algunos puntos de vista concluimos que lo espectacular de las formas justificaba en gran medida la cobertura del fondo, la de generar inestabilidad en todos los ámbitos, por un momento imaginamos la inmensidad de los recursos asignados a este tipo de escaramuzas, escenarios mediáticos fabricados por mafiosos dominantes en las altas esferas del poder, < y ahí vamos la mayoría >, exclamamos al unísono, como borregos guiados por el pastor hacia los pastizales, lugar que nos dará de comer la medida que dicte nuestro amo mientras ellos ordenan manjares exquisitos extraídos de la mina que produce la ignorancia.

Algunos se preguntarán que fue lo que dije, la respuesta es simple, no dije nada, pero si quiero acotar que ésta película ya la he visto otras veces, pero con diferentes actores.


Hasta pronto.



Roberto Soria - Iñaki

martes, 8 de marzo de 2016

La bruja






Y allí me encontraba, parado frente a esa mujer en el centro de la nada, la verruga de su rostro le hacía lucir maléfica, abrió la boca para sentenciar con su aliento pestilente «Ven, acércate, soy tuya, sólo tuya.» Sentí temor pero no tenía salida, caminé hacia ella para bordear lo ancho de su espalda con mis brazos, cara a cara sus ojos saltones hurgaban en mi mente como pretendiendo descubrir mi punto débil, quizá para adueñarse de mi alma.

No sé cuánto tiempo transcurrió pero me pareció una eternidad,  absorbía mi esencia al punto de asfixiarme; cada noche era lo mismo, y aunque intentaba escapar no lo lograba.

A veces dormitaba en su regazo pretendiendo aparentar satisfacción, pero era astuta, ladina, me acechaba y sospechaba. A la media noche encendía la hoguera para entonar sus conjuros, a pesar de mis intentos no lograba detenerla, ella continuaba succionando mi energía para alimentar su ego.

La sombra de sus piernas zambas ante la luz de la fogata era aberrante, como pezuñas de cabrío, danzaba rituales medievales, el pelaje de su piel era abundante, me impactaba, me daba la impresión de que en cualquier momento se transformaría en un ente parecido al chupa cabras.

Muchas veces taché de malditos mis lamentos, mis quimeras me habían conducido hasta el averno para mantenerme preso, encadenado por mis propios miedos, por no mirar la realidad y refugiarme en un terreno espeso, junto a una prostituta que por si fuera poca cosa resultó ser una bruja.

La vida nos presenta en una especie de parábola caminos, acciones y personas que nos hacen reflexionar de una manera singular sobre nuestro comportamiento, no todo es como pareciera ser, mucho menos como uno quisiera que fuera.

Muchos son los que no obstante las pruebas categóricas de su maldad se resisten en aceptar la realidad de su miserable existencia, aún frente al espejo se rechazan a sí mismos y prefieren endosar sus actos a terceros en un intento por disfrazar sus mentiras.

Si ojos de Gato te impactó, espera a leer la historia de la Bruja, pasajes reveladores, sustentados en evidencia irrefutable y condenatoria. Acompaña a nuestro amigo caminante en una ruta hacia el terror, descubre lo inverosímil de las anécdotas que confundieron su mente enferma, déjate llevar por una experiencia cruel, broma macabra que germina en un corazón incrédulo, contaminado por el ocultismo.

Robert, en un intento por retomar el curso experimenta actos nunca imaginados, buscando incesante regresar al lado de su amada Isabela y despertar de la más horrible de sus pesadillas, alucinación que finalmente es disipada por la verdad, por el amor.



Roberto Soria - Iñaki


sábado, 5 de marzo de 2016

Sin límites

No es suficiente con escribir, hay que provocar la historia, si es necesario formar parte del elenco, convertirse en el protagonista, como escritor dar vida o muerte a los personajes y decantarse por un rol controversial que atrape al lector a través del sentimiento.

Aún así

Si yo debo morir
para tener tu amor
pues con gusto te doy
mi vida

No me importa que ya
no te pueda tener
porque muerto pues cómo
porque muerto pues cómo
le voy a hacer

Aún así
dispuesto estoy al sacrificio por tu amor
aún así
prefiero muerto que perderte corazón 

Morir por ti
lo hago con gusto si la muerte es solución
te espero aquí
para ofrecerte el sacrificio de mi amor



Roberto Soria - Iñaki

viernes, 4 de marzo de 2016

Pan y vino para mis amigos




—Escudero, venid a mí por favor. 

—Ordene usted, mi Lord. 

—¿Ha venido alguien a visitarme? 

—Nadie, mi señor. 

—¡¿En dónde están aquellos que me juraban lealtad?! 

—No queda nadie, mi señor, tan pronto te miraron postrado en esa cama, enfermo y con las manos vacías pues, decidieron emprender la graciosa huida. 

—Acercadme a la ventana, quiero ver la espalda de todos los que me deben un favor. 

—¿Así está bien, mi Lord? 

—Perfecto, ¡míralos!, como buitres carroñeros lamiéndose las garras. Pero, ¿quién es ese?, aquél de la túnica blanca que reposa junto al río. 

—Es un ángel, según dicen en el pueblo. Pregonan que es tu consuelo, quien habrá de compensarte por las bondades que hiciste. 

—¡¿Y ese otro?! El de allá, el que cubre su testa vestido todo de negro. 

—No querrás saber. 

—¿Por qué no?, anda dime. 

—Es la muerte, espera victoriosa para presenciar tu último suspiro. 

—¿Queda algo de pan y vino? 

—Sí, mi Lord, es la última porción de cada cosa 

—Anda, lleva ante esos dos los restos de comida que nos quedan, que vayan bien dispuestos en una charola de plata, y el vino que repose en las mejores copas. 

—¿Algún mensaje, mi Lord? 

—Por supuesto, diles que aprecio su modestia, que si el entrar a mi morada los abriga, ¡sean bienvenidos!, que estoy dispuesto para continuar mi andanza, o bien si fuese el caso, a recibir el boleto sin regreso, que mejores amigos qué éstos no hallaré en mi recorrido. No habrá resistencia de mi parte, sólo halagos. 

—Puedo preguntar el porqué. 

—Porque ellos sí son mis amigos.



Roberto Soria - Iñaki