Tocaste a mi puerta, tú
que me cerraste la tuya cuando más necesitaba
sin reparar en los jirones de mi piel ensangrentada
¡mira pues que paradoja!
tus heridas son más grandes que el cráter que asfixiaba mi existencia
más no he de hacer escarnio de tu pena, sigue andando
tal vez encuentres otros brazos que te quieran.
La cicatriz que miras en mi pecho es sólo un borde
me extirparon el dolor que atormentaba
ya no hay llanto, ni más nada
y el destello que ilumina mi mirada tiene nombre
no entusiasmes, no es el tuyo
es de alguien que comparte mis anhelos
en mi almohada.
Sábia reflexión maestro, cuestión karmática para convertirse en darma.
ResponderEliminar