viernes, 12 de febrero de 2016

Añagaza






Le grité un reclamo al cielo por las vicisitudes de mi vida

y éste me respondió con el viento entristecido.



No soy culpable de tu ignorancia

mucho menos de tu demencia fallida

a lo largo de tu andar te brindé oportunidades

tantas como la hierba silvestre que tapiza los trigales

y qué hiciste; ¡derrochaste!,

no supiste aquilatar las semillas que tus pies pulverizaron.



No obstante lo acontecido no debes preocuparte

te concedo lo que te resta de vida para que retomes el camino

pongo a tu disposición lo que la naturaleza otorga

puedes saciarte en exceso de las maravillas de este mundo

no te limites, toma lo que puedas hasta apaciguar tu ego

la responsabilidad de la administración es toda tuya

y la próxima vez que apeles piensa

si tus manos están vacías

no ha sido por culpa mía.



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